Semanario Tribuna 05 de junio 2021

Por Alejandro Castañeda Zazzali

Ruth Ojeda trabaja desde hace 8 años como empleada en el sector de limpieza en el Hospital y jamás se imaginó vivir algo como lo que está viviendo. Las tensiones, el stress, el poco sueño, los cuidados con su familia y, para variar, un complicado estado de salud de su madre hace de este año que está transcurriendo, seguramente, uno de los más complicados de su vida.

De 38 años, Ruth, vecina de La Parada, está casada con Oscar y es madre de 3 hijas de 14,11 y 5 años; “la verdad que estoy, tanto yo como todas mis compañeras y todo el personal del Hospital, muy cansadas de todo esto. Estamos permanentemente activas y llega un momento que, con todo lo que tenemos -N de la R: dos barbijos y máscara además del mameluco- nos quedamos sin aire y tenemos que parar”, asegura.

“Hoy fue un día bravo de trabajo porque tenemos a dos compañeras aisladas así que tuvimos que trabajar mucho más”, dijo, el miércoles por la tarde, en la redacción de TRIBUNA; afuera, estaba su moto con la que cada mañana, cerca de las 5 y media, sale desde La Parada hasta el barrio Los Tilos, pase lo que pase.

Vacunada, Ruth de todos modos no pudo zafar de esta enfermedad; “fue hace dos meses y me lo contagié por ser contacto estrecho de mi mamá que estuvo internada en La Plata y ahora ya está en su casa”, confesó, aunque gracias a la vacuna su cuadro fue leve.

MÁS CASOS Y MÁS TRABAJO

“No nos recargaron las horas de trabajo, pero hay muchas más cosas por hacer que antes porque tenemos que estar permanentemente dividiendo todos los elementos por si son de pacientes de Covid o no; al principio trabajábamos una semana por medio pero ya no porque casi siempre vamos alguna noche para ayuar a que otra compañera descanse y eso es algo que agota”, agregó Ruth, quien admitió que el desgaste físico es “mucho. El año pasado éramos 3 nada más y lo hacíamos de taquito, pero la verdad que este año estamos muy cansadas”.

Su turno es de 6 a 2 de la tarde, pero cuando llega a su casa tiene que empezar sus otras tareas, las del hogar; “por suerte mis nenas aprendieron a quedarse solas a la mañana, porque antes las cuidaba mi mamá pero ahora no puede y se arreglan bien, la verdad que se portan de maravillas. De las tres, a la que se ve que le está costando más es a la mayor porque muchas veces en verano la han invitado a casas de amigos y no la dejé porque al trabajar en el Hospital no sé si puedo ser yo quien traiga el virus a casa y no quiero ser responsable de generar una cadena de contagios”, manifestó Ruth, la menor de 4 hermanos.

Familiera, a Ruth le gusta estar en casa, “así que por ese lado no me afectó demasiado esto; antes tal vez me juntaba para cumpleaños o fechas puntuales pero a mí me gusta estar en casa, lo disfruto. Lo que sí, en un principio cuando salía de trabajar, me bañaba, avisaba que estaba llegando y todos me esperaban afuera de casa hasta que entrara, me bañara nuevamente, me rociara de alcohol y nuevamente me cambiara la ropa”, detalló.


Y fue justamente en aquel inicio de pandemia que su madre, por temor, le sugirió que renunciara a su trabajo, “pero por suerte no le hice caso porque a los pocos meses a mi marido lo echaron de Toredo así que habría sido todo mucho más complicado”, dijo; Oscar, por suerte, ya consiguió trabajo nuevamente en una Cooperativa.

CASOS CERCANOS

Es complicado desenchufar la cabeza de todo lo que se está viviendo y Ruth lo sabe bien; “este año me tomé vacaciones porque verdaderamente las necesitaba pero muchas veces la cabeza seguía conectada por el trabajo. Emocionalmente se me está haciendo más complicado que antes porque ahora veo mucha gente conocida que está muriendo, como un vecino mío o una amiga de mi mamá y eso es muy duro de asimilar”, destacó. Y en ese sentido agregó que su trabajo cambió también “porque antes era entrar y llevarse todo para lavar lo antes posible por temor al contagio, en cambio ahora, que conocemos más de la enfermedad, a veces nos quedamos un ratito charlando con los pacientes para hacerles algo de compañía porque la verdad que están muy solos; es todo una locura”.

Todo este estrés y la angustia que conlleva estar permanentemente con gente enferma hizo que durante un tiempo Ruth deba tomar pastillas para dormir; “no es fácil adaptarse a esta nueva realidad. Ayer -por el martes- volvió a trabajar una compañera a la que no veíamos desde el inicio de la pandemia porque es de riesgo y no estaba vacunada. Y cuando la vimos teníamos unas ganas de abrazarla bárbaras pero no pudimos y eso es muy frustrante también”, contó, y admitió que “ver gente conocida que está tan mal y que sabés que se va a morir es algo que tira mucho para abajo anímicamente”.


De buen humor siempre, Ruth de todos modos está cansada; “esperemos que esto termine pronto porque la verdad que no damos más y muchas veces terminamos todos muy cansados”, dijo, con esperanza pero con la certeza de que hasta tanto esto siga ella seguirá al pie del cañón poniendo el cuerpo, su energía y su tiempo para que todo se pase de la mejor manera posible.

Semanario Tribuna 05 de junio 2021


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