Una vecina se comunicó con este portal para expresar su descontento con la gestión municipal.

En las últimas horas, Silvina, vecina de Teniente Origone, dialogó con InfoBrandsen para narrar su preocupación y su disconformidad por la falta de respuesta del Ejecutivo para con el barrio y por ello nos extendió un escrito en el que deja de manifiesto la problemática.

“El barrio Teniente Origone, perteneciente al distrito de Brandsen, ha crecido notablemente en los últimos años. Hoy conviven en él familias históricas con nuevos habitantes que eligieron este rincón bonaerense para vivir de forma permanente, como ocurre en muchas zonas que se alejan del conurbano provincial.

Una de las características más visibles del barrio es el esfuerzo comunitario: los propios vecinos somos quienes solventamos el arreglo de calles, luminarias, zanjeos y colocación de caños, ante la escasa colaboración del municipio. Sin embargo, en los últimos tiempos el barrio no sólo se destaca por su crecimiento, sino también por el surgimiento de un preocupante clima de intolerancia hacia quienes piensan distinto y por un evidente tráfico de influencias que profundiza las desigualdades.

En este contexto, cada vez que algún vecino intenta proponer ideas, alternativas o mejoras colectivas, surgen respuestas despectivas bajo la frase: “Acá no se hace política”. Pero todo en la vida social es político: desde la gestión de los recursos hasta las decisiones sobre qué calle se arregla y cuál no.

Desde la asunción del actual intendente, las pocas obras municipales que se realizaron en el barrio se concentraron alrededor de la vivienda del delegado municipal. Esta situación genera un profundo malestar entre los vecinos, que observan cómo se privilegia a un sector mientras el resto permanece abandonado. La falta de gestión y de equidad es palpable.

Cuando algunos vecinos decidieron expresar su descontento, las respuestas fueron ataques personales, mentiras y descalificaciones. No hace falta mucho para comprobar lo que sucede: basta recorrer las calles para ver que las maquinarias municipales solo aparecen en la zona donde reside el delegado. No existe comunicación con los vecinos, ni planificación de trabajo en función de las necesidades reales del conjunto. Para colmo, los materiales y caños siguen siendo costeados por la comunidad.

A esta situación se suma una preocupante falta de diálogo y de habilidades comunicacionales por parte de quienes representan al municipio en el barrio. Los testimonios de los propios vecinos son claros:

“No viene a las reuniones que realizamos”.

“No esperes que te responda, no le contesta a mujeres”.

“De su gente no se mueve”.

“Ya ni me interesa hablar con esa persona”.

Surge entonces la pregunta: ¿Sabe el municipio lo que ocurre? ¿Cuántas veces bajó el intendente al barrio desde que fue electo? Brandsen es un distrito grande, pero los pueblos son chicos, y toda delegación requiere acompañamiento y seguimiento. De lo contrario, se convierte en abandono.

Nadie desconoce las limitaciones económicas del municipio. Pero sorprende que las acciones visibles se orienten a colocar palmeras o embellecer espacios céntricos antes que atender los problemas estructurales que afectan la vida diaria de los vecinos. Las prioridades, una vez más, parecen equivocadas.

La verdadera incomodidad de algunos sectores del barrio no parece ser la crítica, sino el pensamiento. Les molesta que alguien proponga, cuestione o invite a repensar la gestión. Les incomoda la diversidad de voces. Pero una comunidad se construye con pluralidad, no con silencios impuestos.

Hoy la grieta ya no es ideológica: es cognitiva. Es la distancia entre quienes piensan y quienes repiten, entre la reflexión y la ira. Mientras algunos responden con agravios o memes, otros seguimos apostando al pensamiento crítico y a la palabra como herramientas de transformación.


Denunciar lo que ocurre, visibilizar el descontento y recordar que toda acción -por mínima que parezca- es política, constituye hoy un acto de libertad y dignidad ciudadana.

Como recordaba Bertolt Brecht en su célebre poema El analfabeto político:

“El peor analfabeto es el analfabeto político. No oye, no habla, ni participa en los acontecimientos políticos. No sabe que el costo de la vida, el precio del pan, del pescado, de la harina, del alquiler o de las medicinas dependen de las decisiones políticas…”.

Porque callar frente a la injusticia también es una forma de complicidad. Y en Teniente Origone, el silencio ya no huele a tierra: huele a intolerancia”.

Silvina Fresta

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