Evert Taube fue un cantautor que en su Suecia natal hizo famosa a Argentina gracias al pueblo de Samborombón, al que dedicó una canción por ese amor bonaerense.

El artista fue declarado ciudadano argentino por el presidente Nicolás Avellaneda
y tiene una estatua frente al palacio municipal de Estocolmo en la capital sueca.

El autor, artista, compositor y cantante sueco que nació en 1890 y murió en 1976, es Evert Taube, y está considerado como uno de los mejores trovadores en Suecia. Es famoso por sus canciones que retratan la vida de los marineros, los paisajes de su patria y el Mediterráneo, y el amor por su esposa Astri.

Pero además Taube pasó cinco años desde 1910 a 1915 en Argentina, donde trabajó como supervisor de los obreros que cavaban canales para evitar las inundaciones en lo que para él eran «las pampas» a sus jóvenes 20 años. Allí desarrolló un interés por la música latinoamericana y presentó el tango argentino a Suecia en los años veinte.

Una de sus canciones más conocidas es «Fritiof och Carmencita«, que cuenta la historia de un sueco que se enamora de una argentina en Samborombón, el pequeño pueblo al que él denomina «sin calles» y «cerca del Río de la Plata». El tema fue escrito en 1929 y se basa en las experiencias personales de Taube, que conoció a una mujer llamada Carmen en ese lugar de nuestra provincia.

Samborombón es una localidad de la provincia de Buenos Aires, ubicada hoy en el partido de Brandsen. Su nombre proviene del río Samborombón, que nace en una laguna y desemboca en el Río de la Plata. El pueblo tiene una población de unos 200 habitantes y se caracteriza por su tranquilidad y su naturaleza. La canción de Taube hizo famoso a Samborombón en Suecia y creó un vínculo cultural entre ambos países.

En 1990, con motivo del centenario del nacimiento de Taube, se inauguró un monumento en su honor en el pueblo, que consiste en una placa con su retrato y una estrofa de la canción.

Además, en el país nórdico se realizan actividades culturales para difundir la obra de Taube y el tango argentino. Los suecos que visitan Argentina suelen ir al pueblo a fotografiarse con el cartel de Samborombón, porque les es extremadamente familiar el nombre.

La canción Fritiof och Carmencita es un ejemplo de cómo la música pudo unir a personas de tan diferentes culturas y transmitir emociones universales que volvieron un himno a ese tema dedicado a un pueblo de 200 habitantes. Los descendientes de Taube siguen interpretando esa melodía ante miles de suecos que fervorosos la cantan sabiendo su letra. Evert Taube logró captar la belleza y el encanto de Samborombón y expresar su amor por Carmen con humor y sensibilidad.

La canción es también un testimonio de la historia compartida entre Argentina y Suecia, que se remonta al siglo XIX cuando llegaron los primeros inmigrantes suecos al país.


La letra de «Fritiof och Carmencita» dice así:

Samborombon, un pequeño pueblo sin calle que no está lejos del Río de la Plata,
Casi al borde del Atlántico azul
Y con las Pampas detrás de muchos cientos de millas verdes,
Llegué allí a caballo una tarde de abril
Porque quería bailar el tango.

Acordeón, violín y mandolina
Se oyó desde la taberna y en el salón entré.
Allí en el banco con mantilla y con una rosa en el pecho sentada la adorable Carmencita.
Allí se sentó la madre, la anfitriona,
tomó mi bastón de montar, mi arma y mi manto.

Me ofrecí y Carmencita dijo:
-¡Si, gracias señor, vamos a bailar este tango!
-Carmencita, amiguita, ¿ya me estás ocultando algo?
¿Puedo hablar con tu padre y tu madre?
¡Quiero casarme contigo, Carmencita!
-¡No, Don Fritiof Andersson, no venga a Samborombon,
si tiene otros planes conmigo que bailar tango!

-Ah, Carmencita, no me decepciones tanto, estaba pensando en conseguir trabajo aquí en el taller,
Cuídate mucho, solo guarda y toca,
No juegues ni bebas, solo te amo.
Dime, Carmencita, de todos modos es sólo para mí,
Dime, cómo quieres bailar el tango.

– No, Fritiof, entiendes de música,
pero no creo que puedas estar en una tienda, y por cierto, mi padre acaba de decir hoy que sabía quién pronto le propondría matrimonio a su hija.
Uno que tiene veinte mil vacas
y una estancia terriblemente grande.

Tiene toros premiados,
Tiene bueyes, ovejas y cerdos
Y baila un tango maravilloso.

-Carmencita, amiguita,
¡Cuidado con los ricos!
La felicidad no reside en los terneros ni en las vacas, ni se puede comprar con dinero. Pero mi amor te hace rico.
¡Consígueme un trabajo en tu tienda!
Y cuando nos casemos, tendrás dulces hijos que sabrán bailar el tango.

Fuente InfoCielo


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