Semanario Tribuna 16-10-2021

En la casa de calle Pueyrredón ya se respira otro aire; si bien las secuelas de los ataques persisten y persistirán en el tiempo, la sensación de que todo llegó a un fin anhelado hace que el ambiente sea otro.

“La verdad que es un alivio para nosotros. Por primera vez pude dormir bien después de mucho tiempo; todavía no termino de caer”, comenzó diciendo Samanta en la casa de su madre, Gabriela, sentada junto a ella.

La condena a 17 años de prisión para Elizalde, la menor en este tipo de delitos, que va de 17 a 32 años, según comentaron las víctimas, es apenas un bálsamo pero sirve para empezar a caminar la vida de otra manera.

“Fueron días de mucha tensión; de todas formas, nos sentimos en todo momento contenidas por los abogados y respaldadas. Por suerte su consejo fue simple; ‘digan la verdad’, así que no hubo mayores complicaciones”, agregó Gabriela, que desde el brutal ataque perdió el gusto y el olfato, dos sentidos que ya nunca podrá recuperar.




Asombradas por la coartada de Elizalde, madre e hija contaron que “él dijo que es inocente de los abusos y que el ataque vino porque le debíamos dinero que le habíamos pedido para comprar un lavarropas”.

A su vez, destacaron no sólo la tarea de los abogados Gascón Coti y Molina, sino también del fiscal Martín Chiorazzi, quien según comentaron “salió de la sala llorando después del testimonio de Paola Albarracín”; según los abogados, si el golpe hubiera matado a Gabriela, la pena era de prisión perpetua.



APOYO

“Agradecemos al pueblo que nos apoyó en todo momento; en un momento, una mujer me pidió perdón llorando porque cuando fui a contarle lo de Samanta en 1999, ella me dijo “hubieses cuidado mejor a tu hija”, destacó Gabriela.

Es que, según expresó Samanta, “tuvimos que hablar de los abusos pese a la negativa del abogado defensor de Elizalde, porque tenían relación con el ataque. Si no explicaba cómo había empezado todo, no se entendía. Y la verdad que me sentí muy cómoda hablando, hablé mejor que en mi terapia y pude contar todos los detalles”.



Finalmente, después de casi 4 años y medio, tanto Samanta, como Sergio y Gabriela, entre otras víctimas, pueden encontrar algo de paz en medio del calvario que vienen viviendo desde aquel artero ataque; “si no me pegaba, hoy no estaba preso”, concluyó Gabriela, como intentado encontrar algo de consuelo ante tanto dolor.

Semanario Tribuna 16-10-2021


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