Fuente: https://www.revistagente.com/


En el Día de la mujer, la periodista habló con GENTE de las emociones que experimenta con cada cobertura y qué hechos y situaciones la paralizan al punto de no haber podido olvidarlas.

Aunque no siempre soñó con estar en la televisión y ser periodista, hoy, Carolina Amoroso es una gran referente del periodismo internacional. Con sus reportajes, le ha dado voz a las personas más vulnerables, y se ha adentrado a territorios completamente hostiles, para contar esas historias de las que mucho se hablan, pero pocos conocen a profundidad.


Vivir cada historia como propia, y en primera fila, la lleva a tener una mirada mucho más humana sobre lo que sucede detrás de cada noticia. La comunicadora viajó a cubrir la guerra de Ucrania, también estuvo en la peligrosa Selva del Darién recopilando las más desgarradoras historias de los migrantes que buscan el llamado sueño americano. Navegó durante dos semanas en un barco en el Mediterráneo Central y más recientemente, visitó Israel.

Si bien asegura que «el coraje no es la ausencia de miedo, es la capacidad de seguir adelante a pesar del miedo…», hay escenas que no ha podido olvidar, como si se tratara de una constante película, en la que no siempre encuentra un final feliz.

Carolina Amoroso. GENTE

Hace poco le contó a GENTE todo sobre sus preparativos de boda con Guido Covini, y ahora, en el Día de la Mujer, habla de todo lo que significa ser mujer, y también estar a tiempo completo ejerciendo la profesión de la que se enamoró y que vive intensamente.

– ¿Qué es para vos una mujer todoterreno?

– Creo que es una mujer que puede enfrentarse a las vicisitudes de un mundo cada vez más complejo, más hostil y cada vez más difícil y mantener el corazón bueno… la mirada empática, el deseo de hacer lazo al otro… la sensibilidad y un sentido profundo de sensibilidad. Esa, para mí es una mujer todo terreno. Alguien que pueda estar, en un mundo que a veces puede ser muy cruel, sin volverse cruel, sino todo lo contrario.

– ¿Te considerás una?

– Siento que eso es algo que te lo podría decir alguien que me conozca mucho… pero te puedo decir, que soy una mujer que intenta ser noble, intento plasmar los valores que me inculcaron a través de mi profesión. Y de esa manera, intento aportar cosas positivas en un mundo muy difícil e injusto.

Carolina Amoroso experimentó de cerca los desastre que dejó la guerra de Ucrania.

– ¿Qué mujeres te inspiran?

– En primer lugar mi mamá, que es la mujer más sensible que conozco. Pero, me inspiran muchas mujeres a mi alrededor. Yo tengo un gran grupo de amigas, y buena parte de nuestra conexión se basa en el apoyo al crecimiento mutuo y también, en la admiración. Y yo, admiro profundamente a mis amigas, que se dedican de una manera muy comprometida a su maternidad, a su trabajo, a tener un impacto en los lugares en los que se mueven. Admiro a muchísimas mujeres.

– ¿Y en el mundo del periodismo?

– Yo lo he dicho antes, que admiro muchísimo y respeto mucho el trabajo de Oriana Fallaci, que es una periodista para mí fundamental, sobretodo para contar los grandes temas de la agenda mundial y los grandes perfiles de los líderes, porque ha hecho entrevistas increíbles, siempre con una mirada profunda, humana y personal. Y después, hay incontables mujeres, activistas de derechos humanos, líderes de movimientos muy interesantes que son una enorme luz en caminos muy difíciles.

– Llegaste a ocupar un lugar importante en la televisión… ¿de chica soñabas tal cual lo que estás viviedo ahora?

– Mirá, cuando era chiquita mi mamá me regaló la valija de ‘Juliana periodista’, y salvo a eso que fue un regalo muy visionario por parte de mi madre (risas), yo no tuve muy clara cuál era mi vocación cuando era tan chica… Pero más allá de eso, claramente yo soñaba con tratar de impactar en el mundo de alguna manera. Siempre soñé cosas grandes, pero no en cuanto popularidad o exposición, sino cosas que para mí tuvieran significado e impacto.

La periodista vive a pleno su profesión y se nutre de increíbles mujeres que la acompañan en su día a dia.



– ¿Cuándo descubriste que te querías dedicar al periodismo?

– En la universidad estudié Comunicación, con especificación en cultura, pero después fue que hice la maestría de periodismo y decidí que definitivamente era mi camino. Encontré mi camino y lo encontré en un oficio que a mí me lo dio todo.

– ¿Qué le dirías a esa Carolina de chica?

– Le diría a esa adolescente llena de sueños y a esa adulta joven que trataba de buscar el camino, que tenga paciencia y siga el rumbo de sus pasiones. De las historias que la apasionan, las cosas que la mueven. Que a veces hay que apagar mucho el ruido externo, para conocer realmente cuál es ese llamado. Y le agradezco que sin ninguna certeza, siguió su instinto.

Separar lo profesional de lo personal, un desafío que no le pesa

– ¿Qué tan difícil es volver a tu vida diaria después de hacer una cobertura a una guerra donde las historias son desgarradoras?

– Siempre digo que después de las coberturas lo más difícil es la vuelta… No solo por la adrenalina que se pone en juego y que después tenés que bajar y aterrizar, para volver a la vida normal, sobretodo en coberturas de territorios más hostiles o en situaciones más difíciles. Principalmente por lo que traés: las historias, ese ejercicio de pensar cómo sigue la vida de las personas que encontraste allí… Me tocó contar historias muy dolorosas. Y básicamente, escuchar las situaciones más dolorosas que alguien puede pasar en este mundo… No es fácil la vuelta.

– ¿En qué te apoyás?

– Obviamente que me apoyo mucho en la gente que quiero. Tengo una gran red de contención de mi familia, mis amigos, Guido, mi pareja, también en amigos periodistas que hacen lo mismo y me aconsejan… y que entienden lo que me está pasando y me escuchan.

Fue cuando hizo una maestría de periodismo que descubrió que ese era el camino que definitivamente quería transitar para con su labor, ayudar a otros.

– ¿Cómo hacés para separar lo profesional de lo personal? ¿Hablás en tu casa de noticias con Guido?

– En mi casa se habla muchísimo de noticias… En mi familia siempre se habló mucho de actualidad, tanto internacional como nacional. Y con Guido hablamos muchísimo de la agenda internacional. De hecho, ya le hice el hábito de escuchar un podcast que yo escucho todas las mañanas y lo oye cuando va camino a su trabajo y a la noche conversamos los temas del día (risas).

– Le gusta involucrarse…

– Digamos que encontré en él, a alguien que me acompaña un montón también en ese sentido. Porque al final, es mi profesión, y le interesa lo que a mí me interesa. Obviamente trato en mi espacio personal, que el tiempo de calidad entre nosotros sea prioritario, pero uno es periodista las 24 horas del día, los 7 días de la semana (risas).

– ¿A quiénes tenés en mente o para quiénes van tus primeros mensajes cuando estás cubriendo uno de estos duros escenarios?

– Cuando me voy, se me vienen a la mente mis personas más importantes: mis viejos, mis hermanos, mi familia en general. Obviamente Guido y mis amigas… que aunque a veces estoy de lleno en el trabajo y de más, nunca me fallan. Son personas que están siempre. A veces los hago sufrir porque no puedo contestarles, pero sé que están ahí y me genera un alivio total saber que están esperando mi regreso. Llevo algunas fotitos siempre conmigo a donde sea que vaya.

Carolina Amoroso es una de las figuras de la programación de TN.

– ¿Qué cosas te hacen salir del ‘chip’ de periodista? ¿Tenés algún talento oculto?, porque tu pareja nos contó que cantás muy bien

– A ver… de cantar no canto, pero lo hago en mi casa de cara rota (risas). Para mí ser periodista es una forma de vivir o de mirar, que te acompaña todo el tiempo, no es algo que me pese, pero cuando tengo que cortar o conectar con mis seres queridos, mi gran disfrute tiene que ver con salir a comer, charlar y bailar. Me gusta mucho bailar, de hecho tomo clases de baile… Soy muy familiera y disfruto mucho de esos momentos en casa. Me gustan las cosas simples, porque al final, la felicidad está llena de esas cosas.

Los miedos y las coberturas más desgarradoras de su carrera

– Te has enfrentado a escenarios muy hostiles, pero, ¿a qué le temés? ¿Hay algo que te paraliza?

– El coraje no es la ausencia de miedo, es la capacidad de seguir adelante a pesar del miedo… Y en ese sentido, obvio que experimento temores, a veces me paraliza hacer algo que obviamente sin intención, pero que pueda significar un daño o un dolor a otra persona… especialmente a las personas más importantes de mi vida. Desde que soy tía me sensibiliza todo el tema de los niños, y siempre me resulta muy inquietante cuando veo realidades donde las principales víctimas son niños, que es algo que pasa mucho, en las crisis humanitarias, y eso me estremece mucho. Te diría que eso es más que un temor, te sacude, como un golpe que te deja bobo.

La comunicadora ha estado en escenarios muy hostiles, y se siente motivada a seguir contando las historias que encuentra a su paso.

– ¿Cuál ha sido la cobertura más dura que hiciste en tu carrera?

– Obviamente la cobertura en Ucranica significó un antes y un después en mi carrera. Yo estuve tres veces en el país… pude madurar muchas cosas a nivel personal y profesional durante esa cobertura, y te diría que no se pareció a nada de lo que había hecho antes. Fue un desafío enorme, que me enseñó algunas de las lecciones más grandes de vida.

– ¿Alguna escena que no pudiste olvidar de esas coberturas?

– Bueno, también tuve otras coberturas que significaron mucho crecimiento y que fueron muy desafiantes, como la cobertura en la frontera colombo venezolana en 2019 con el frustrado paso de la ayuda humanitaria y lo que pasaba en esos puentes… la cobertura de la Selva del Darién, que para mí, es una de las mayores experiencias de deshumanización y dolor de la que al menos yo pude ser testigo, por las historias que encontramos ahí, sin duda… fue muy impactante. Y recientemente, el Mediterráneo central, donde estuvimos en el barco de Médicos Sin Fronteras dos semanas y pudimos presenciar un rescate cerca de las costas de Libia, esas imágenes no se te borran más en la vida. La imagen de las criaturas aferradas a las figuras de sus padres, eso no se te va más.

La cobertura de la guerra de Ucrania asegura, marcó un antes y un después en su carrera, y también, le dejó grandes enseñanzas de vida.

– Mucha gente pone en vos su confianza para contar sus historias ¿qué les decís a ellos?

– Nada de lo que hacemos sería posible sin la confianza de esas personas que nos dejan contar sus historias. Para mí, lo más sagrado que tiene una persona, es su herida… sin esas personas, sin la valentía de ellos, sin su generosidad de darnos sus tiempos aún en los momentos más difíciles, no podríamos contar las historias que contamos. Así que les doy las gracias, y que no están solos. O al menos a mí no me da lo mismo lo que les pasa y muchos que trabajamos para mostrar lo que les pasa.

– ¿Qué significó tu más reciente viaje a Israel?

– Fue una oportunidad profesional para mí, porque es la primera vez que viajo a esta región… una región de la que creo que se habla mucho y se entiende poco. Fue entrar a un país profundamente traumado a raíz de lo que sucedió en la masacre del 7 de octubre, con generaciones enteras… donde se siente también esa pérdida de la sensación de seguridad que tenían en el territorio, más allá que es una regió en tensión permanente.

– ¿Qué fue lo que más te impactó?

– Sentí el recordatorio de que esa idea de sentirse protegidos en el país fue puesta en ‘jaque’ y eso lo vi mucho en la población…. aunque hay muchas redes de solidaridad para ayudar a quienes fueron víctimas de estas situaciones horrendas que se dieron, y ayudar a aquellos que han sido desplazados. También me encontré con una diversidad de miradas sobre lo que ocurrió. Y me parece que es importante viajar a estos territorios para erradicar aquellas nociones preconcebidas que hay sobre la población civil y entender profundamente toda la diversidad que compone un país como Israel.

Amoroso define el periodismo como un estilo de vida y una pasión que vive a pleno.

– ¿Hay algún lugar al que hasta ahora no has podido llegar?

– Me gustaría mucho en algún momento hacer una cobertura en Haití, que es una suerte de un territorio olvidado, donde la escalada de violencia en los últimos años ha sido tremenda, y es eso, un país olvidado y frente al cual el mundo ha naturalizado la tragedia. Me gustaría ir para poder verlo, escuchar, entender, y contarlo.

Recientemente, la periodista visitó Israel, y quisiera poder estar un día en Haití, para mostrar la realidad de este pueblo.

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