Por Alejandro Castañeda Zazzali – Semanario Tribuna 26-06-2021

“Siempre intenté correrme de la psicosis de la enfermedad”; estas palabras, decididas como su manera de expresarse, pertenecen a Cecilia Gerez, coordinadora del turno tarde del área de maestranza y con poco más de 10 años trabajando en el Francisco Caram.

La charla con Cecilia, de hablar claro, pausado y sereno, fue el jueves su día de descanso, que a partir de todo este contexto fue cambiando; “durante el año pasado nosotras estábamos con un solo franco semanal y recién en diciembre nos acomodamos para poder trabajar menos días y horas. Ahora trabajamos 4 días y descansamos uno, entonces cada día una está siempre de franco”, comentó con claridad Cecilia, dando cuenta de algunos de los cambios que les significó la pandemia en cuanto a la rutina laboral.

Actualmente son 4 las personas encargadas de la limpieza en el turno tarde además de la persona encargada del lavadero; “en mi caso, yo estuve en sector de aislamiento hasta hace dos meses. Por ejemplo, antes de que pase todo esto no manejábamos nada de la cocina, ni platos ni tasas, pero como ese sector está separado de todo, la comida ahora la servimos nosotras lo cual alivió el trabajo un poco en la cocina y nos recargó a nosotras y la verdad que terminamos muy cansadas”, agregó Cecilia, cuyo turno es de 14 a 22.

La madre de Cecilia es enfermera en el hospital y actualmente, la misma Cecilia debe asistir a las enfermeras en cuestiones de su implicancia; “la demanda creció, sobre todo en los peores momentos, y hay que tratar de estar a la altura siempre”, dijo.

SU VIDA

Cecilia, vecina del Infanta Isabel, además de las horas de trabajo y tensión que implican las circunstancias por las que está atravesando el mundo, es madre full time de dos hijos; Tizziano y Nazareno Rodríguez, de 16 y 14 años.

“En mi casa particularmente, la psicosis se intentó dejar de lado porque ya demasiado tenía que responder en el Hospital como para llegar a casa y estar como loca”, dijo, tajante; de todas maneras, aceptó que “para los chicos fue muy frustrante. El más grande se deprimió mucho por el colegio y porque no pudo ir más a entrenar a El Indio. Además, en el trabajo estoy en el horario en donde todos están totalmente activos y a esa hora están solos”.

Sintió mucho dolor cuando, en una de las últimas visitas a su madre, Cecilia, de 33 años, notó como “me quiso saludar con el codo y yo realmente necesitaba abrazarla porque hacía dos meses que no la veía y se me largóa llorar”; y acotó que, si bien con el horario que maneja de trabajo tiene algo restringida de por sí la vida social, “con todo esto perdí mucho contacto con amigas. De hecho, con mi hermana tenemos una amiga en común y tratamos de no perder el hábito de vernos pero a ella la afectó mucho psicológicamente esta coyuntura”.

De todas formas, si bien se toma todo esto con una filosofía ajena a la locura, “yo realmente espero volver a vincularme con mi gente porque extraño muchas cosas; por ejemplo, la tranquilidad de poder acercarte y abrazar a la gente querida, el contacto”.

MORIR SOLOS

Con el correr del tiempo, y el conocimiento que se va teniendo de la enfermedad, la respuesta de los demás para con los enfermos ha ido cambiando, según observa Cecilia; “al principio la gente juzgaba mucho a los pacientes positivos y no tenía empatía. Y nosotros que estamos encerrados vemos morir la gente sola y eso es verdaderamente triste. Uno puede normalizar ciertas cosas, pero otras cuesta mucho”, dijo.



“Todo esto es una incertidumbre muy grande, y es completamente agotador porque el Hospital no funciona solamente para pacientes con Covid; siguen habiendo accidentes, se siguen haciendo cirugías, y un montón de otras cosas y tenemos que estar siempre para que todo funcione de la mejor manera”, dijo, sin llegar a mostrar arrepentimiento ni disconformidad.

Entre las mil cosas a las que tuvo que adaptarse, el barbijo es una de ellas; “es insoportable estar las 8 horas con los dos barbijos. Me los saco solamente para comer y fumar y también con las antiparras se me parte la cabeza porque no son cómodas y te hacen doler las orejas”, agregó.

CAMINATA

Desde hace 10 años, todos los días recorre caminando el trayecto entre su casa en su trabajo; “es un momento de relax. Me desenchufo de todo y voy tranquila. Llego siempre cerca de las 11 de la noche y me pongo a cocinar porque es el momento que tengo para compartir con los chicos y como voy y vuelvo de civil, y dejo la ropa de trabajo en el Hospital, no hacemos demasiados protocolos en ese sentido en casa. En un principio éramos más extremistas pero ya no”.



Llega tarde, come tarde y se acuesta tarde; “y a veces me cuesta dormirme. Con todo esto, tuve etapas en las que eran las 4 de la mañana y no me puedo dormir y otras que no. Hay días que son muy agotadores, pero desde el primer día me propuse que el trabajo no sea lo único en la vida”, finalizó, tranquila y decidida a seguir con la misma filosofía para que estas circunstancias tan adversas no la afecten demasiado y poder seguir disfrutando.

Por Alejandro Castañeda Zazzali – Semanario Tribuna 26-06-2021


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