Mejor hablar de ciertas cosas

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Afterchabón se presentó el pasado viernes 11 de marzo en La Casa de Luca. La banda, una vez más, demuestra ser una de las mejores en mantener vivo el espíritu de uno de los referentes inequívocos del rock argentino.

Tenía siete años cuando escuché a Sumo por primera vez. Fue mi tío quién, en su habitación, me hizo escuchar La Rubia Tarada. No tengo muchos recuerdos de lo que sentí en ese momento, solo sé que la voz de Luca Prodan me dio un poco de miedo. Y no estaba equivocada, Luca en el escenario era avasallador.

El viernes pasado, casi veinte años después, entré a su casa en el barrio de San Telmo, sobre la calle Alsina al 400. Hoy, la propiedad donde vivió y murió el romano Prodan funciona como bar cultural donde suelen presentarse bandas en vivo. Esa noche me había prometido a mí misma un recital de Afterchabón, una banda tributo a Sumo.

La puerta antigua de color marrón rezaba frases como: “Luca not dead”, “Juventud divino tesoro” y “Tu luz brilla para mí”. Había magia en esa entrada. Una especie de ritual espontaneo de amor popular. El recuerdo de una de las leyendas del rock nacional sigue intacto y esa puerta era el ejemplo.

Llegamos con mi amiga alrededor de las 21.30 y, después de un rato, decidimos entrar. Las escaleras principales conducían a la planta baja de la casa. Me fue inevitable imaginar a Luca caminando por ahí, sentado en algún rincón, escribiendo en alguna hoja, tocando la guitarra o por qué no tarareando Estallando en el océano.

Decidimos tomar algo con mi amiga y recorrer. Lo primero que me llamó la atención fue una foto de Luca sentado en un sillón, con la cabeza apoyada sobre su mano, en cuero y una guitarra al lado. Se lo veía pensativo y me pregunté qué debería estar pensando, tal vez no sabía que estaba siendo fotografiado o quizá sí y lo que para mí parecía algo genuino, era un acting. Había más fotos. En otra aparecía él sonriendo, mirando fijo a la cámara y tres palabras te contaban que Luca no había muerto.

Me la quedé mirando unos segundos, y esa foto tenía razón. Si muerto es aquel que nadie recuerda, entonces Luca es eterno, no estaba muerto en absoluto.

En otras fotos, con tonos blanco y negro y de manera muy cómplice, aparecía Luca y sus secuaces: Ricardo Mollo, Ale “el Bocha” Sokol, Germán Daffunchio, Roberto Pettinatto, Alberto “Superman” Troglio y Ricardo Curtet.

MANTENIENDO VIVO EL ESPÍRITU DE SUMO

La gente comenzó a llegar a eso de las 22.30. La Casa de Luca se iba llenando de a poco, como si el tiempo pasara lento. No pude identificar ni siquiera a una persona que no se quedara contemplando a Luca en sus fotos. Es que tiene algo que atrapa, que te deja paralizado, observándolo. Es la admiración y el reconocimiento, el aplauso silencioso sin fin.

El lugar empezaba a quedar chico, y no había otra manera de caminar que no fuera rozando brazos, pidiendo permiso, tratando de encontrar un espacio vacío para quedarse parada, cerveza en mano, esperando el sonido de algún acorde.

Fuck You fue el puntapié del show a las 23:15, seguido de Nextweek y Banderitas y Globos. Definitivamente la banda había decidido dar el gran golpe en los tres primeros temas. Para calmar el éxtasis arrollador del pogo, continuaron con Reggae de Paz y Amor. Una elección que dio en el blanco.

Los instrumentos encajaban a la perfección. La fusión armoniosa entre aquellas personas que se entienden sin hablar y la esencia pesada de lo que alguna vez fue y sigue siendo, Sumo. Una combinación sin cabos sueltos.

‘No sé lo que quiero, pero lo quiero ya’, fue el cantito que iniciaba la mitad del show. El espíritu de Luca se hacía sentir en el escenario, latente. Los pibes de Afterchabón lo habían logrado de nuevo.

LUCES CALIENTES ATRAVIESAN MI MENTE

Cuatro temas antes del cierre, me reencontré con esa nena que en el altillo de una casa de Liniers había escuchado “la rubia tarada, bronceada, aburrida…”. Y así fue como el show estaba terminando.

El ojo blindado desató la locura de los fans, me incluyo. Parecería que todos y todas esperábamos ese momento. El calor era agobiante. El hueco entre las personas era cada vez más chico. El pogo cada vez más grande. Una lluvia de cerveza hizo que con mi amiga nos miráramos, estalladas de risa.

Mejor no hablar de ciertas cosas, White Trash y Los viejos vinagres fueron la estocada final. Certera. Justo en el centro de esa necesidad de gritar eufóricamente.

La banda se despidió comentando las fechas de sus próximas presentaciones: Palermo, Avellaneda y Hurlingham serían los destinos siguientes.

Fuente: Florencia Rad, Editorial Sudestada
Fotos: Sergio Acosta


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