Publicó: Bichosdecampo.com

El tambo El Abascay, que Rosario López Seco posee muy cerca de la localidad de Brandsen, produce actualmente unos 3.500 litros diarios con 165 vacas. Es, litros más o menos, la producción de un tambo promedio en el país. Se sabe que todos los que están por debajo de ese volumen de leche, que son la inmensa mayoría (más del 70%) corren serio peligro, porque los precios de la leche usualmente no llegan a compensar sus costos de producción.

Rosario lo tiene re claro. “Este es un tambo de los chicos, y por eso lo que yo digo es que para lograr salir de la subsistencia y no fundirte, tenés que agregar valor (a la materia prima) de alguna manera”.

En su caso decidió hacerlo de dos maneras: levantando una pequeña fábrica de quesos y reconvirtiendo todo el establecimiento hacia la producción orgánica. Por ahora, como todavía está en proceso de transición, no puede utilizar esa calificación, pero ya saca provecho de la venta de exquisitos quesos agroecológicos.

Mirá la entrevista a Rosario López Seco:

María del Rosario López Seco carga con nombre pomposo y que hasta parece patricio. En algún momento su familia era dueña de varios cientos de hectáreas en esta zona campera cercana a Brandsen, cuando su padre manejaba un establecimiento lechero de envergadura, pero los herederos fueron muchos y terminaron convirtiéndose todos ellos en poseedores de no tantas hectáreas. A Rosario le quedaron 165 propias que no le alcanzan, y por eso le alquila otras 190 hectáreas a alguna de sus hermanas. Allí tiene a sus 165 vacas en ordeñe más la recría de vaquillonas. Espera tener 200 en ordeñe hacia fin de año.

Aunque estudió veterinaria en La Plata, Rosario confiesa que al principio le escapó a la actividad lechera que caracterizaba a su familia. “Me resistía a la empresa familiar. Creía que el vínculo se terminaba lastimando cuando se mezcla el negocio con la familia”, admite. Luego reconoce que vivió un buen tiempo equivocada, porque “afortunadamente hoy mis hijas están muy involucradas conmigo en la empresa familiar”.

La empresa familiar es un tambo que va camino a ser “orgánico” (este mes la certificadora OIA debía hacer una primera evaluación, y luego quedaría otra final para agosto de 2022) y que por ahora es reconocido como “agroecológico” por las autoridades de la Provincia de Buenos Aires. Es decir, produce todo el alimento para las vacas sin utilizar insumos químicos ni cultivos transgénicos, entre otras movidas. Rosario lo resume bien: “Es como volver al pasado pero tratando de no ser fundamentalista, porque si no no subsistimos tampoco”.

La empresa familiar incluye una pequeña fábrica de quesos que Rosario pudo construir hace dos años con el dinero de la venta de un campito en Ranchos, y que por suerte ahora está ampliando porque les vienen quedando chicas las instalaciones.  Esto implica que los quesos de El Abascay tienen una muy buena aceptación y demanda. Ellos mismos se ocupan de la distribución tanto en localidades de la zona de Brandsen como en tiendas de alimentación naturista de La Plata y Buenos Aires. También los venden por internet, desde su propia página.

Hacen todo tipo de quesos, algunos incluso inventados por ellas mismas. En la línea hay un cremoso, un halloumi ideal para grillar, ricota, un queso tibo, un gouda, un “campeche” (le puso así en honor a uno de sus hermanos) y un sardo, entre otros. Están incorporando un por salud y también empezaron a ensayar con dulce de leche (de leche orgánica). Piensan hacer un queso crema, mientras ensayan una mezcla de queso mitad leche de vaca y mitad leche de oveja.

Los quesos le demandan la totalidad de la leche que produce el tambo, los mencionados 3.500 litros diarios, que de ese modo se valorizan mucho más allá de los 31 pesos por litro que cobran los productores que entregan su leche a las industrias de la zona. Pero hay que estar encima de todo: de la fábrica y del planteo de producción orgánica, para que no se escape ningún detalle.

Rosario viene hace rato trabajando con esas pautas. A sus vacas las hace participes de un pastoreo intensivo, que le permite aprovechar la oferta de pasto del campo. A la par, cosecha el pasto cuando le sobra, para guardar esas reservas para el invierno. Pero también hizo maíz orgánico con buenos resultados. Lo fertilizó únicamente con los purines de sus propias vacas lecheras, que acumulaba en “cavas impermeabilizadas con membrana” ubicados cerca del corral de espera

Luego de volver al campo familiar, Rosario comenzó a dedicarse a la actividad lechera por su cuenta en 1998 y ya no se imagina haciendo otra cosa. Antes de eso, hizo de todo: fue cocinera, tuvo comercios y hasta un bar en La Plata. Nos queda claro que en todas esas actividades tuvo un único hilo conductor: las ganas de aprender y hacer cosas novedosas.

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