Publicado en el Semanario Tribuna

PELEAS DOCTORALES.- El Hospital esta vez fue sede de una gresca que no tuvo como protagonistas a intolerantes pacientes, como es habitual, sino al mismísimo cuerpo directivo de la casa, dos profesionales que se agarraron fuerte y no por diferir sobre la forma de encarar la vacunación.

Contrincantes momentáneos (porque después se preocuparon en mostrarse en paz y armonía ante sus subordinados) fueron el titular de Salud, Pablo Costela y el director del Hospital, Alejandro Ambrossini, un cirujano con temas pendientes en la justicia que fue apartado de ese cargo, pero sólo por un tiempito, para garantizarle algo de calma, aunque no fueron pocos los que con buen criterio consideraban que no le hacía bien al municipio tener al mando del Hospital a un profesional al que la justicia lo iba a sentar en el banquillo para examinar su accionar como médico en un caso fatal. Pero bueno, lo que trascendió es que la disputa se habría suscitado por un tema que nadie conoce bien, que las palabras fueron subiendo de tono y que de allí pasaron a los gestos y los agravios.

El paso siguiente fueron los empujones y el desenlace fue -según los observadores- cuando decidieron dirimir el asunto a la salida, como cuando iban a la escuela. Y ya no hubo lugar para la retórica sino solo para los hechos. Se habla de golpes de puño, aunque siempre son más los aprontes y los tironeos. Son, insistimos, comentarios de los que dicen haber visto todo, aunque prefieren conservar el anonimato. Lo que se ignora es la cuestión que desencadenó este enfrentamiento. Se deduce que, por la magnitud que alcanzó esta confrontación, el asunto que estaba en juego debería haber sido bastante serio.

Se escuchó en los pasillos que el desacuerdo tuvo como detonante un tema que involucraba el uso de sellos a la hora de otorgar licencias o algo por el estilo, porque nadie se anima a dar detalles finitos, aunque se cree que también esas truchadas habrían rozado a un agente administrativo.

Un tema que pondría a prueba no la profesionalidad sino la ética de estos circunstanciales oponentes. El encontronazo produjo por supuesto gran revuelo y no fueron pocas las voces que nos hicieron llegar su sorpresa. Incluso aseguran que hay un video revelador. La situación indudablemente fue más allá del cambio de opiniones y por eso, cuando llegó a oídos del intendente, Cappelletti habría aconsejado a los irascibles médicos a no manejarse como estudiantes enojados y a tratar de dar por superada una situación que deja mal parado a un nosocomio que no debería gastar tiempo y energías en estos arrebatos personales. El consejo fue que arreglen cuanto antes lo que haya que arreglar y que después se muestren unidos y calmados ante los demás.

Cappelletti al parecer no sabe el motivo que originó esta disputa, aunque todos creen que debe tener alguna consistencia si terminó obligando a recurrir a los puños después de agotar todos los argumentos. “Ahí hubo algo más que opiniones divergentes”, dicen los que ven bajo el agua.

Al final, los contrincantes depusieron su beligerancia, acordaron una tregua y al otro día se los vio pacificados y sonrientes ante el resto de una tropa que por ahora comenta en voz baja esta pelea doctoral.

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