Herederos del fundador acumulaban deuda salarial y ahora consiguieron vender. El objetivo es que la marca con producción en Brandsen pueda recuperar la posición de privilegio en el mercado.

La marca Dixilina cuenta con más de 80 años de historia y una etiqueta que tuvo siempre un lugar preponderante entre la mercadería de ferreterías y pinturerías, con una completa línea de thinners y diluyentes. Lo cierto es que la fábrica del rubro químico bajo el control de la sociedad Héctor Castaggeroni SA entró en un cono de sombra en el último tiempo por desmanejos de los herederos del fundador. Con atraso salarial del personal administrativo de las oficinas ubicadas en Rosario y de la veintena de operarios de la planta emplazada hace más de dos décadas en la localidad de Brandsen, ahora la firma renace con nuevo dueño que casualmente también es rosarino, aunque opera en un negocio global.

“Estuvimos con la planta casi parada y sumidos en una incertidumbre muy grande con atraso en el pago de salarios incluido, pero la realidad hoy es diferente”, aseguró una de las empleadas de la compañía sobre las dificultades que le tocó atravesar y que parece empezaron a solucionarse con el cambio de manos.

La novedad tomó trascendencia pública a partir de una comunicación oficial que le llegó a la larga lista de clientes de Dixilina a lo largo y ancho del país, quienes venían advirtiendo los problemas en el sistema de distribución. A través de un mensaje de correo electrónico fue confirmada la novedad: Héctor Castaggeroni SA era absorbida ahora por nuevos inversores. La operación incluyó el saldo de las deudas con proveedores y trabajadores.

El comprador es el empresario Héctor Bonnor, nacido en Rosario, pero desde hace tiempo en la presidencia de mana Magnachem LTD, un laboratorio con experiencia en el rubro farmacéutico con base en República Dominicana, pero con penetración en Estados Unidos, México y países de Centroamérica.

Aunque no trascendió el monto de la operación, el traspaso incluyó la designación de un nuevo gerente general que intercala su instancia entre Rosario y Brandsen, además de la visita del propio Bonnor era las oficinas de la compañía en la Cuna de la Bandera.

Nacida en 1942 en Rosario, Dixilina surgió al calor de la necesidad de sustituir importaciones en medio de la Segunda Guerra Mundial ante la falta de insumos básicos en el país para el sector de la construcción. Desde entonces, la fábrica creció en personal y flujo de producción hasta alcanzar penetración en el mercado nacional regional. Hasta la década del 90’, la planta de producción operó en territorio santafesino. Primero en Rosario y luego en Alvear. Pero la necesidad de aumentar la capacidad instalada fue la que derivó en que la nueva generación al frente de Héctor Castaggerone SA decidiera trasladar la fábrica a Brandsen, en un sobre la ruta provincial 215, aunque siempre la conducción y distracción de la compañía se mantuvo en la ciudad rosarina.

Lo cierto es que las dificultades en la administración llevaron a un progresivo deterioro de los mercados de Dixilina que perdía posicionamiento a la vez que prescindía de personal. Si bien el plantel en el establecimiento fábrica y llegó al centenar, lo cierto es que los nuevos dueños adquirieron la estructura con 20 empleados en la fábrica y 8 administrativos en Rosario.

De acuerdo a lo que pudo saberse, el plan de los nuevos propietarios incluye la gestación de una nueva razón social para la marca, mientras intentan recuperar la posición de liderazgo que supieron detentar.

Fuente: PuntoBiz


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