Publicado en Semanario Tribuna 21-03-2020

Crónicas de cuarentena o cómo actuar responsablemente

Lo que sigue puede ser el detalle de una más de las rutinarias vidas en cuarentena, o bien una alerta para tomar conciencia a partir de este nuevo escenario de quietud que impone el coronavirus.

Llegó el lunes de España Nicolás Bresky -el viaje estaba programado con antelación- y su testimonio es un fiel reflejo lo que no hay que hacer y de la responsabilidad que se debiera tener en casos como este.

“El viaje lo tenía programado desde algo de varios meses –comienza contando Nicolás en videollamada desde su casa-; fui por un trámite personal y de paso a visitar a unos parientes que hacía años no los veía y que viven en Barcelona”; si bien también tiene familiares en Madrid, a los que pensaba visitar, sólo pudo ir a Cataluña.

El sábado 7, entonces, Nicolás salió, por Air France –detalle no menor- desde Ezeiza, previa escala en París, hacia Barcelona, ante un panorama hasta entonces incierto pero de cuidar; en España, la situación no era, en ese momento, de la gravedad de ahora, con cientos de muertos y medidas drásticas en casi todas las grandes ciudades.

“La ciudad en que la que recién empezaba a hablarse de las consecuencias de la enfermedad era Madrid, y en Barcelona estaban como si nada; de hecho, yo llegué el sábado, el domingo 8 fue la marcha por el Día Internacional de la Mujer y estaba lleno de gente sin ningún tipo de protección”, dijo, al tiempo que destacó que él tomó en todo momento los recaudos necesarios.

“Relajados”; esa fue la palabra que usó Nicolás, cuya voz es compañía de muchos vecinos en la mañana de radio 90.7; las calles colmadas, la gente sin prácticamente ninguno de los cuidados que hoy se suplican y pocas noticias de una enfermedad que hasta ese momento era más una amenaza que una realidad palpable, pese a que en Italia, pocos kilómetros distante, los números ya empezaban a asustar.

“Pasado el domingo 8 la cosa cambió; el lunes me tomé un taxi y hablando con el chofer me dijo que ese día ya se veía casi la mitad de gente circulando. Yo, si bien no me quedé en el departamento todo el tiempo, cada vez que salía llevaba barbijo para usar en ocasiones que ameritara y alcohol en gel. Pero ellos no tomaban recaudos; las mujeres se saludaban como siempre, con dos besos, por ejemplo”, detalló Nicolás.

La realidad española comenzó a complejizarse “y recién ahí empezaron a tomar conciencia porque en Madrid los casos empezaban a multiplicarse. Por eso empecé a averiguar por mi vuelo de vuelta, que pensaba hacerlo desde Madrid, en donde iba a estar desde el viernes al domingo visitando parientes”, detalló, y para poder tener alguna precisión más fue hasta la cancillería argentina desde donde le dijeron que hasta ese momento las fronteras no estaban cerradas.

Nicolás, con asma bronquial, es paciente de riesgo, y por eso todos los cuidados debían ser extremadamente meticulosos; “finalmente, el vuelo me lo reprogramaron y en lugar de salir el viernes a Madrid y desde ahí a Argentina el domingo, salí desde Barcelona directamente el domingo. Por suerte se hizo rápido porque me iba a empezar a quedar sin dinero”, advirtió.

Fueron apenas horas desde la llegada a Barcelona con un determinado panorama, hasta que todo cambiara drásticamente; “había algo de 500 argentinos en mi misma situación. Por suerte el vuelo lo reprogramaron para el domingo, inclusive dos horas antes de lo que estaba pautado y también por Air France. Ya ese día era increíble la cantidad de gente que había en el aeropuerto de Barcelona, todos con barbijos y alcohol en gel, y salían vuelos cada 3 minutos. Ahí vi que tomaron mucha más consciencia de la situación”.

Para el momento previo a su partida, en Barcelona ya estaban todos los comercios cerrados y, si bien en viernes no se hablaba de desabastecimiento, los supermercados eran los lugares en donde se concentraba la mayor cantidad de personas; “era difícil conseguir, papel, artículos de limpieza y alcohol el gel en las farmacias. La policía estaba recorriendo la calles y a cada persona que veían caminado le decían que tenía que volver a su casa porque si no las multas iban de mil euros en adelante; lo mismo con comercios, pero acá la multa era de hasta 500.000 euros”, describió.

NUEVA RUTINA

Acostumbrado a una vida mucho más activa, a pasar varias horas en la calle, Nicolás toma este descanso obligado con calma; “vivo con mis padres y ellos están bien aunque tomando todos los recaudos como yo. Yo estoy en mi cuarto y al momento de almorzar o cenar estoy más alejado”, detalló y se encargó de aclarar que, al momento, “no tengo síntomas de ningún tipo”.

La llegada a Ezeiza estuvo, como corresponde, plagada de controles y una vez pasados todos, llegó el momento de la cuarentena; “todo el viaje de vuelta estuve con el barbijo puesto y sólo me lo sacaba para comer y tomar”, advirtió



“La verdad que cuesta porque estoy acostumbrado a despertarme a las 6.30 , llegar a las 7 a la radio y estar todo el tiempo en la calle; hay que acomodarse a esto nuevo, pero es lo que debemos hacer para evitar que esto sea peor”, finalizó Nico, ansioso pero tranquilo y responsable.

Publicado en Semanario Tribuna 21-03-2020


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